Abuela

Fríos silbidos del norte resuenan en el mundo,

Las ventanas son arañadas por las ramas cadavéricas de árboles,

El invierno ha llegado, instaurando su reino omnipotente,

Haciendo que las flores se vuelvan blancas y traslucidas,

Que la vida se sienta lenta,

Que nos acurruquemos con ahínco,

Aquí cerca al corazón llameante de nuestra casa,

Pronto el cielo dejará de desmoronarse en hojuelas cristalinas,

Y podremos caminar sobre el mullido suelo blanco

Dejando que nuestras huellas marquen el camino,

Para que los espíritus errantes nos sigan a casa,

Y puedan unírsenos en la mesa,

Pronto el cielo dejará de borrar obstinadamente los senderos

Que guían a los que han partido,

A acompañarnos alrededor de la mesa…

El invierno ha llegado y su frío inclemente tensa mi esperanza,

Como hilos de una telaraña que crepitan sin ritmo,

Como extraño su mirada risueña,

Como extraño su voz emocionada,

Como extraño su caricia sincera…

El invierno se apodera del mundo,

Pero no de mis pensamientos,

Del movimiento de mis labios resecos,

Y mucho menos de su nombre que se balancea en ellos…

Como extraño sus abrazos,

Como extraño sus besos,

Como extraño a mi abuela.