Y si le reventaran las
entrañas,
Si rasgaras sus vísceras
con tu desprecio,
Entonces habría tanta
hiel en el suelo
Que todo se volvería
un caldo espeso de inmundo aspecto,
Una piscina de penas y
lamentos agusanados,
Donde mientras más se
mueve la víctima,
Más se hunde, como si
sus huesos fueran de plomo,
Como si sus cabellos
fueran lampreas arrancándote los ojos…
Es como un sueño
húmedo suicida,
En el que el único que
llora es el que presiona la hoja afilada sobre su propia piel,
Esperando tener el
suficiente oxigeno ondulando en sus venas desgarradas,
Antes de morir en un
charco sanguinolento,
Que recuerda los
abortos que ha visto fluir de entre sus piernas
Como fluyen sus rimas
oscuras,
De niños envejecidos
en la sombra de la soledad,
Y orgasmos entre sus
manos ásperas…
Allí está la novia
desnuda y sintiéndose ligera,
Con la vida
escapándose de entre sus poros,
Allí está la mujer que
un día pensó merecer feliz,
Y ahora yace
magullada, con la piel llena de flores moradas
Creadas por la rotura
de capilares cuando el fiero puño de su proxeneta cayó sobre ella,
Una y otra vez como
gotas de lluvia sobre una hoja tierna,
Iracundo como el padre
ebrio que llegaba a media noche,
Y la amordazaba con su
mano hedionda de tabaco,
Y la usaba como funda
cárnica para su falo de hierro…
La inocencia se pervirtió
a los 7 años,
La vida se jodió a los
13 embarazada y abortando,
Le vida terminó a los
20 con su un cuchillo de cocina
Una botella de vodka
rota y ensartada en el pecho de su amante,
Y ella escribiendo una
lastimera nota de adiós:
“Nunca fui linda, pero
muchos me desearon,
Nunca fui inocente,
pero muchos se apiadaron de mi,
Nunca fui la niña que
se trenzaba el cabello…
Yo me lavaba el semen
de mi padre,
Su sudor de cerveza
rancia…
Nunca fui la princesa
que quise ser, ahora soy solo la puta borracha,
La asesina de un
abusivo, la que ya no puede quedar preñada,
No espero que me
entiendan, pero al menos no me odien tanto”…
“¿Mamá, por qué no me
protegiste?,
¿Papá por qué no
fuiste mi héroe, sino mi verdugo?”
“Dios, ¿por qué nunca
te apiadaste de mí?!”