Telas rojizas como la sangre,
Paños pálidos embebidos
en una esperanza
Unidos con
sudor y determinación…
Las parihuanas
de algodón y lino
Flamean solemnes
en esta ciudad bulliciosa,
En las
ventanas empolvadas,
En las
azoteas llenas de cachivaches y recuerdos,
En los
cerros tan llenos de ventanas y gradas,
Sobre los
hombros quebrados de quienes empujan al país hacia adelante
Sobre la
frente bronceada de quienes hacen rodar la carreta,
Donde se
monta la pompa y los ciegos,
Las banderas
se mecen seducidas por el viento,
En los
balcones apolillados,
Y en los
edificios impecables de las urbanizaciones pudientes,
Bajo el símbolo
de gloria y riqueza,
Bajo el símbolo
de fuerza y lucha,
Se entona
el himno patrio,
Los golpes
de pecho resuenan alto,
Pero nunca
tanto como la desesperanza,
O los
gruñidos de los estómagos vacíos…
Variopinta la
patria,
Pluricultural
la tierra,
Mestiza la
raza,
Todos juntos
entonando el himno que sabe a salmo,
El ruego
que suena a promesa…
Seguiremos,
Seguiremos adelante,
Esperando que
el próximo paso sea más certero,
Que el
camino sea menos borroso,
Doscientos años
desde el balconazo libertario,
Doscientos años
de mixturas hermosas
Un pueblo pincelado
con sangre de muchos
Pero todas
del mismo color,
Que se oiga
en los vientos de la zampoña
En los arrullos
de semillas en las maracas,
En el golpeteo
potente del cajón,
Desde los
manglares hasta la puna:
VIVA EL PERU
Porque somos
una sola tierra,
Y quizás muy
pronto un solo país.