Que indefenso me
siento en este mundo,
Sin secretos,
Sin más coraza que la
ropa que tengo puesta,
Empapada en mis miedos
más férreos,
Tiritando de frío,
Procurando no moverme
para no romper el delicado hilo del destino,
Que desnudo me siento
en este horizonte incierto,
En que la primavera y
el invierno
Se han enganchado en
una batalla titánica,
Sí, soy simplemente
yo,
El ser humano sin
versos, sin rimas, sin conocimientos,
Traslucido como la
placenta haciéndose rancia al contacto del aire,
Soy ese humano que has
liberado de la locura
Con tus manos santas,
Que rompieron la carcasa
de indolencia,
De una manera
desesperadamente rabiosa y al mismo tiempo risueña,
Soy ese humano que has
salvado de la corriente hediendo
De pensamientos
pusilánimes y morbosamente suicidas,
Con tus labios
misericordiosos,
Los que me han besado,
me han dado vida,
Me han dado un nombre
escrito sobre mi piel toda,
Muy pausadamente como
cuando una fiera pasea reconociendo su territorio,
Soy ese ser humano,
nacido de una Eva y un Adán,
Expulsado del paraíso
para propia condenación de su alma,
Y que ha encontrado el
camino de la salvación en tus piernas,
Y el templo primigenio
en tu pecho,
Que ronronea
suavemente cuando susurras mi nombre bordado con un te amo,
Soy ese ser humano,
que hoy se declara más tuyo que propio…
Sí, soy tuyo,
Sólo tuyo,
Por siempre tuyo,
Amén!
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