Esta semana se ha
dilatado más que la agonía de un condenado,
Me miro en el espejo y
en su turbio reflejo,
Invento sonrisas en la
escasez de alegría,
Escribo tu nombre en
la ausencia de tu piel,
Para afilar mis uñas
cual gato acomodando su mullido cojín para dormir,
Me imagino arropado en
tus brazos,
Disolviendo la pesadez
de mis días en tus labios,
Diluyendo las
turbulencias de mis ánimos suicidas en tus promesas de amor,
Anhelo garabatear mi
nombre con mi lengua en el cuenco de tu boca,
El deshacer mis miedos
más férreos en el roce de tu piel toda,
Hilar las frases
sueltas que son mis gemidos
Con los tuyos que
siempre le dan ritmo y rima,
Siento que no aguanto
estas noches de verano sin estar a tu lado,
Sin cerrar mis ojos
contemplando los tuyos,
Sin el silbido
electrificante de tu voz diciendo; Buenas Noches,
Te veré en cuanto el
sol vuelva a hundirse en el firmamento como un huevo cocido,
Naranja intenso, entre
rugosidades nubosas rojas como la sangre,
Te veré mañana cuando
el día desfallezca sudoroso en el horizonte,
Y te besaré como se besa
a quién vuelve de la guerra o de un largo viaje,
Te veré, correré hacia
ti y te abrazaré como se abraza a quien se ha encontrado,
Después de haber
perdido toda esperanza…
Te miraré y no habrá
necesidad alguna de decir nada,
Tus miradas se sincronizarán
con las mías, como si compartiésemos el alma,
Como si tu sangre y
espíritu también fuese el mío y viceversas…
Mañana al terminar el
día, volveré a anidar en tu lecho,
Espérame contando los
minutos con emoción visceral,
Espérame, ya pronto
estaré en tus brazos.
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