Y hoy por fin algunas rimas cascan su cáscara dura
Como polluelos enclenques,
Se estiran a sentir el poco sol que flota en el firmamento,
Algunas se ahogan respirando el aire viciado,
Pocas sobreviven para encaminarse rumbo a la elocuencia,
Y es que en esta tierra tan contaminada que es mi mente,
Ya no hay brotes nuevos,
No hay pastizales aterciopelados,
Solo una capa dura de arena cuarteada,
Como cuero viejo y semi-arrugado...
El dolor ha sido lanzado a las mazmorras a espiar sus
culpas,
La desesperanza trapea los pisos por donde pasó,
Recogiendo sus lágrimas ácidas,
Mucama gruñona,
Limpiando las juntas percudidas de las mayólicas...
Y yo soberbio doy un paso con los zapatos enlodados,
Y otro más,
Recriminando en silencio toda la desdicha que acumularon en
mi lomo,
Como burro de carga,
Como estibador sin más opciones en la vida...
Hoy doy un paso meneando ligeramente las caderas,
Como perro que se sacude las pulgas con disimulo,
No hay dolor, no hay angustia...
Solo esa sensación de vacío en las entrañas,
Como un eco interminable que revienta mis tímpanos...
Me siento como un sarcófago lleno de huesos y harapos,
No hay latidos fieros,
No hay sonrisas mordisqueando mis labios como peces
hambrientos,
No hay nada,
Y eso me asusta tanto o más que el dolor que parte las
articulaciones,
El peso que dobla la voluntad de los hombros...
No hay nada,
Y me abrazo solo para estrechar ese vacío en mi pecho.
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