Esta incertidumbre maquiavélica,
Esta serenidad impostada
Post guerra, post coito, post parto…
Me preocupa este silencio arrollador
Como la antesala de un holocausto,
Como la boca colmilluda de la noche del fin del mundo,
Me preocupa el parco interés de tus manos alguna vez inquietas,
Me encojo de hombros,
Quisiera arrancarme estos pensamientos con los dientes
De la manera sádica con que arranco pellejitos
De los bordes de mis uñas de ambas manos,
Quisiera dejar de escuchar esta respiración intransigente con la que me despierto,
Quisiera dejar de preguntarme cosas que sé que no responderás…
Quisiera poder extirparte como un tumor,
Como el producto fallido de un útero arisco,
Como un pene cuando ha perdido la turgencia,
Quisiera poder sacarte de mis pensamientos,
Disolver tu nombre en el olvido,
Borrarlo de mis labios como se borran las manchas del mantel con lejía,
Pero no puedo,
No logro dejar de sentir esa enfermiza e punzante necesidad de verte,
De olerte, de tocarte, de saborearte, de envenenarme voluntariamente
Con todas y cada una de tus mentiras,
De ahogarme con las lágrimas que derramo cuando te acuestas a mi lado
Y hueles a otro,
Cuando sé que mis versos no son los únicos que florecen sobre tu cuerpo,
Cuando sé que hay cientos embarrados por tu calor corpóreo,
Te amo, pero lo nuestro nunca dará fruto y es indignante,
Te amo y soy tuyo, pero tú, tú nunca serás completamente mío.
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