Ha estado incubando por mucho,
Creciendo, enraizándose como un árbol intrépido
Como un virus resciliente,
Tallando heridas desde dentro,
Puedo sentirlo respirando sincopado a mis pulmones,
Puedo sentirlo limando mis huesos desde dentro,
Absorbiendo el calcio para hacerse más fuerte,
No sé cuánto tiempo ha estado dentro mío,
Rechinando como eco hueco entre mis entrañas,
Diseminándose como polen en plena tormenta,
Siento que estimula mis ganas de gritar con desesperación,
Aullar su nombre,
Decirlo sin recato alguno,
No hay sosiego,
No hay paz en este hueco oscuro donde un día estuvo mi
alma,
No sé desde cuando estuvo aquí en mí,
Nutriéndose de cada bocado de comida que ingiero,
Lo acojo como el único fruto de mi vientre,
Aun cuando su nacimiento signifique mi muerte,
Acepto mi destino,
Lo abrazo con el peculiar y raído afecto que soy capaz
de expresar,
Su nacimiento esta pronto,
Lo siento en mis rodillas que tiemblan como
convulsionando,
Mi conciencia desvaría y la suya reina con supremacía,
Se escurre mi lerda poesía como sudor salino por mi
espalda,
Él tiempo ha llegado,
La noche del demonio se extiende como pelaje de lobo,
Negra y tersa,
Y su nombre se revela concienzudamente…la muerte.
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