Y yo aquí, sigo acariciándome los brazos,
En esta noche fría como la misma muerte lamiéndome la espalda,
Tratando de conservar la poca entereza que le queda a mí ser, tratando de no quebrarme…
Tratando, sin mucho éxito, de no llorar y gimotear susurrando tu nombre,
En un cuarto tan vació como mis piernas sin tus caderas…
Heme aquí apretujando los parpados,
Tratando de dibujar cada centímetro de tu piel en mi mente,
Tratando de conjurar el calor vaporoso de tu cuerpo desnudo,
Tratando de imaginarme que me desmayo en placeres pecaminosos y no en locura,
En esta demencia que ruge en mi estómago vacío,
Tratando de hacer oídos sordos a las voces de mi mente,
Esas que me insultan, y me reprochan: “te lo dijimos…nadie podrá amarte, siguen repitiendo”,
Trato de mantenerme quieto, muy quieto,
Esperando que mi visión se comience a poner borrosa,
Que las gotas de sangre se vuelvan flores amorfas sobre los azulejos blancos del baño,
Mi cuerpo va tiritando, la piel se siente un poco más fría a cada segundo,
Como desearía que estuvieses aquí para besarme,
O al menos te aparecieras para decirme que me estás esperando allá donde la noche no existe,
Que me dijeses que mi rostro estuvo en tus últimos pensamientos,
Y que tu último aliento dibujo en el viento las letras de mi nombre…
Si me escuchas allá donde van las almas de los justos,
Quiero que sepas que te extraño y que no tengo coraje para seguir viviendo sin ti a mi lado,
Espero que al despertar en otros reinos,
Me esperes con los brazos abiertos,
Me beses y me digas: “te extrañe…ahora no volveremos a separarnos”…
Me pesan los párpados, mi lengua se ha entumecido como cuando te besaba por horas,
Mi cuerpo se siente ligero a pesar de mi evidente sobrepeso,
Las flores sanguinolentas impresas sin prolijidad artística parecen menearse,
Voy a cerrar los ojos, estoy cansado,
Sólo espero despertar recostado sobre tus rodillas y tus manos acicalando mi cabello…
Te amo…pronto te veré.
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