La noche es solo un papel de carbón arrugado,
Descolorido en los bordes,
Con manchas blanquecinas y traslúcida,
Que llamamos estrellas, esperanza y sueños…
Reflejando esa luz percudida de la luna,
Avejentada y porosa como los huesos de los muertos que yacen en sus madrigueras
Arropados de tierra y raíces,
Césped y una que otra flor mustia pudriéndose en un florero escueto
Relleno de agua estancada y larvas de zancudo…
La noche me mira con descaro por la abertura de la cortina,
Ve como extraño la paz sobre la almohada vacía,
Mira como en silencio mis labios balbucean rimas, rezos y maldiciones,
Insomnio,
Haciendo nido en los pliegues de las sábanas y cobijas,
Consumiendo el aire de la habitación en tinieblas,
Mascando la poca razón que le queda a mis sesos.
La noche se siente áspera como arena pegoteada sobre la piel húmeda,
Los rencores florecen entre mis uñas y trepan cadenciosos por mis extremidades,
Hasta que el rechinar de los dientes embebidos en cansancio,
Agrietan la serenidad de las horas muertas…
Y me dejo ir entre mis recuerdos más penosos,
Entre mis sueños más grandes,
Sabiéndome un turista repudiado,
Un extraño en mis propias vísceras y rimas…
Anhelos pegajosos de adolescente… no más,
Solo pensamientos enajenados
Los rostros familiares impresos en el reverso de mis párpados,
Unos sonrientes y otros llenos de un horror que bien podría ser vergüenza,
La noche me mira,
Me acusa entre dientes, de pecados que ni siquiera recuerdo, o que quizás no quiero,
Insomnio…
Mi frente pesa como un costal de piedras y caracolas,
Y voces casi demoníacas susurran en mis oídos.
Inmune,
Si, resistente a los narcóticos, y a las benzodizepinas,
Regias y frívolas se han vuelto mis neuronas…
Aguerridas, como un pueblo exigiendo justicia,
Interrumpiendo el paso de la razón y de la calma,
Apedreando a la insulsa cordura que aún me gobierna…
Insomnio,
Se siente en la piel y el musculo,
Perforando, llegando al nervio y luego al hueso,
Mordisqueando, royendo, engullendo y defecando ,
Bautizándome con vinagre,
Marcándome como rebaño para ser sacrificado,
Estoy cansado de dar vueltas en mi cama,
Yendo y viniendo como olas en un mar infinito,
Sin encontrar la paz de una playa,
Sin extinguirme como la tenue luz de esta luna putesca
Que me observa con malicia por entre las cortinas.
Mi fuerza se me escurre por las piernas,
Como lluvia,
Llevando consigo la poca alma que queda contenida en este cuero aspero
En este cáliz sanguinolento que llamo cuerpo,
¿Qué me espera?
Sino otra mañana que se sienta como látigo sobre mi espalda,
Como castigo por crímenes que no creo haber cometido,
Y una sonrisa estirando mis mejillas,
Como acto reflejo al golpe sobre las rodillas…
Y mis miradas marrones enrojecidas, y sin disimulo,
Como ojos a los que se les ha extirpado los párpados,
Y siempre están abiertos,
Dejando que la luz se cuele hasta el alma,
Y la calcine como insectos bajo una lupa malintencionada…
Quiero dormir, quiero cerrar los ojos y abrazar el olvido…
Quiero dormir y no puedo.