El reloj se ha escurrido por la pared,
como un espagueti pegoteado
reptando cuesta abajo,
y sobre el suelo yace
fragmentado…
el tiempo ha pesado
tanto,
las manecillas no lo
han resistido,
y han hundido sus
cabezas como señal de derrota…
el reloj se ha
escurrido por la pared,
la vida se nos escapa
de entre los dedos,
como agua y arena,
como una serpiente
cubierta de aceite…
y nosotros vemos como se
desliza
hacia el horizonte,
hacia el olvido,
hacia la eternidad
y tratamos de seguirle
el paso,
pero ya no queda más
fuerza para tanto camino,
así que la despedimos
con una sonrisa,
con un suspiro
apaciguado
y nos quedamos aquí,
abrazados,
entrelazados como
hilos de seda,
en un capullo que se
va haciendo más tenue,
como tus cabellos,
como tus miradas,
como los movimientos
de mis huesos…
el reloj se ha
escurrido por la pared,
como la cobija por el
borde de la cama,
oveja suicida
y yace allí solitaria,
nuestras manos se
niegan a pescarla,
y allí se quedará
hasta volverse extranjera
mientras observa como la
fría noche lame las ventanas,
pero aquí todo aún
está tibio,
como las hornillas de
la cocina recién apagadas,
aquí sobre la calma
marea algodonada
la seguridad reina
soberana…
el reloj se ha
escurrido de la pared,
el tiempo lo ha roto
con su peso,
y pretende amedrentarnos,
pero esperamos serenos
su inevitable mordida,
a ese decisivo trance,
entre sus dientes
oscuros,
nos delizaremos sin
miedo
pues nos tenemos el
uno al otro,
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