Señales de tiempos mejores,
Trazos libres,
Trazos mediocres,
Premoniciones y profecías grabadas en piedra,
El valle de los petroglifos despliega una historia misteriosa,
Ante nuestra mirada y debajo de nuestro sólido paso,
Algunas líneas remueven recuerdos aislados de vidas pasadas,
Otros simplemente atacan el centro neural de mis múltiples personalidades,
De cualquier modo, hemos sido cautivados por este paraje rústico,
Por este terral lleno de rocas amorfas como mis rimas,
Con grabados antropomorfos y cuneiformes,
Seguimos en la senda flanqueada de rocas pintarrajeadas de blanco,
Y llegamos al puente colgante,
Sogas amarradas con simetría que me recuerdan a los quipus del Incanato,
El menor silbido del viento menea la estructura quejumbrosa
Que ha de soportar el tránsito de nuestras almas en su caparazón epitelial,
A mitad de camino, somos sólo un cúmulo de sensaciones nauseabundas
Y de miedos aterradores que se escabullen desde el estomago hasta las extremidades,
Y se hacinan en la garganta y en las rodillas,
Tengo miedo, y él se da cuenta…toma mi mano como se toma la vida,
Con fuerza y terminamos de cruzar el puente..
Al llegar miro atrás con reparo como miro de vez en cuando mis propios pecados,
Y me digo a mi mismo, volveremos allí pero no seremos los mismos,
Volvemos sobre nuestros pasos como los finaditos despidiéndose…
Nos atrincheramos en el auto y seguimos nuestro camino,
¿A dónde nos llevará el viento?
¿A dónde nos llevará esta trocha?
¡No importa…iré a dónde él me lleve!
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