Llego a casa y mi sonrisa pagana se disipa con tu mano,
Cruzando mi rostro como un avión supersónico,
Cortando el viento sin miramientos,
Arremolinando mis lágrimas que caen sobre mis mejillas,
Como una lluvia tersa sobre pétalos de violetas que tímidas asoman al firmamento,
Que de pronto se ha vuelto borroso y poco apetecible…
Y allí se quedan como “glitter” sobre los stickers que le colecciona mi sobrina;
Tu voz se oye como el silbido de un látigo,
Cruzando el viento,
Haciendo piruetas ondulantes como una mariposa herida,
Para luego caer como un trueno sobre el lomo desnudo,
La sangre brota como una amapola abriéndose a la puesta del sol,
Los hilos rojizos son filamentos de azafrán colorando lentamente la piel adyacente,
El dolor hurga en los nervios, la piel de abre y el grito se escapa de su boca,
Como se escapa un recién nacido del vientre materno,
Desgarrando con dolor, con angustia…
Después la escena se repite,
Y cuando tu cólera se ha apaciguado,
Me hallo hecho tiras como un “wipe” de carpintero…
Soy solo hilachas melancólicas de un ser humano atormentado por tus celos,
Mi ropa está limpia y huele a primavera artificial que viene embotellada,
Mi piel está limpia, nadie más que tu la ha tocado,
Pero tú no me crees, gritas, me hueles, me gritas nuevamente,
Tus insultos marchan uno tras otro como soldados en campaña,
Acalorados en su itinerario sobre el desierto…
Y despotricas tu violencia sobre mi piel,
Luego me “haces el amor” cuando por obra y gracias del espíritu santo,
Te rindes y crees en mí,
En mi fidelidad…entonces me tomas con una ternura caduca,
Y me llenas de ti, con la violencia que acusa tu alma,
Tus celos me laceran, tus celos me muelen los huesos,
Tus celos dejan hematomas en mi piel…pero aún así no puedo alejarme.
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