Veo cómo se estrían las alas,
Me marea el viento,
Me muerde la locura,
Me acaricia el ímpetu de tus
manos,
Mi cordura se disuelve como
colorante en agua con cloro,
Y me doy cuento que si no me dejo
caer,
Si no te dejo ir,
Entonces seguiré siendo alguien
que no soy,
Seguiré siendo una pupa,
Y nunca encararé la verdadera
metamorfosis,
Si me aferro a tus piernas
inquietas,
Entonces jamás aprenderé a volar
por cuenta propia,
Entonces no sabré si mis rimas
Lograrán atraer otras mariposas o
sólo moscas,
Si no te dejo ir,
Jamás seré la libélula frenética
que soné,
Jamás sabré si esto que me
calentaba entre tus sábanas
Era más que la pasión de una
primavera dilatada como vulva ansiosa,
Si no me dejo ir,
Entonces nunca sabré si este era
mi hogar,
Entonces nunca sabré que tan
lejos puedo volar,
Se estrían mis alas,
Y las veo avejentarse como mis
manos y mis mejillas,
Y antes de que la muerte me
saboree con ahínco,
Quiero volar,
Quiero probar que estas
enclenques alas mías,
Aún baten lo suficiente como para
ver el amanecer en otros pueblos,
Para dar unas cuantas volteretas
en otros jardines,
Quiero volar,
Quiero saborear otras flores,
Empañarme en ese polen de placer
mezquino que extraño febrilmente,
Con la fuerza de mis piernas, con
la turgencia de mi ingle,
Quiero volar…
Oh, dios mío, estos anhelos de libélula
vuelven a caldearme los ánimos,
Estos sueños de libélula vuelven
a rasparme las entrañas,
Quiero volar.