Y todo tiembla en el cielo,
Las nubes se quiebran como
vidrio,
La tormenta anuncia su dominio
con truenos,
Sonidos portentosos como tambores
de guerras pasadas,
Y el rayo, cual mensajero de la
furia de Dios,
Prende los árboles como
anticipadas piras funerarias,
Entonces aquí, en este refugio
que es nuestra cama,
Nos acurrucamos,
Como rezando en un altar
improvisado,
La tormenta aullará como coyote
cazando en nuestros predios,
La lluvia garabateara las
ventanas,
Y nuestras manos el cuerpo de
otro,
Como jeroglíficos que sólo
entendemos tú y yo…
Y soplará el viento como una
tonada melancólica,
Y las hojas desprendidas de los
árboles se precipitaran al suelo,
Como teclas de un piano destartalándose
mientras da a luz su última sinfonía,
Y nosotros nos enredaremos en
estas sábanas
Como los hilos de la vida,
En un nudo perfectamente imperfecto,
Y allí nos quedaremos, hasta que
el mundo se calme,
Hasta que el sol destierre la
noche orgullosa que merodea
Como cuidando una celda llena de
los males del mundo,
La tormenta seguirá golpeteando
la tierra hasta que esta pida clemencia,
Y mi ser hará lo mismo entre tus
piernas,
Hasta que tus gemidos opaquen el
ruido del mundo,
Y mi nombre sea la única palabra
de tu credo.
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