Vienes como un canto alegre de tierras lejanas,
Donde la magia se filtra entre las notas de un violín envejecido,
Y te enraízas obstinado en mis pensamientos
Como hiedra…apretando suavemente mi ser todo,
Entonces me siento con vida,
Como la misma tierra húmeda después de la lluvia,
Esperando que los mastuerzos florezcan como el ocaso,
Y todo sea naranja rojizo y brillante como el fuego de las velas,
Que se contonean con la suave brisa,
Como dibujando nuestros destinos mientras me pierdo en tus ojos,
Oh, tus hermosos ojos marrones, con una veta verde,
Oh, esos ojos en los que sigo siendo joven y apetecible,
Como los duraznos maduros del huerto,
Que te gusta mordisquear con lujuria sentado en la puerta de la casa,
Viendo como el día se recoge en el horizonte eterno,
Con esa ternura palpable con que me acaricias,
Cuando mi cuerpo yace adolorido y encogido como oruga en nuestra cama,
Protegiéndose del sol y del ruido,
Con la piel áspera como hecha de hojas secas,
Murmurando suplicas para que el dolor se aleje,
Con ojos lluviosos en los que tú te pierdes sin saber qué hacer, cómo
acariciarme,
Aun así, te quedas a mi lado y cuando ya puedo moverme
Tus manos acomodando mi cabello desordenado son como una respuesta a mi
ruego,
Luego me miras y sonríes como niño que encuentra a su mejor amigo,
Me besas y sé que puedo continuar un día más…
Si es contigo, si es de tu mano,
Seguiré en ese mundo desordenado
Un día a la vez, sólo un día a la vez…
Así que gracias por estar a mi lado.
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