La ninfa asoma
su nariz por debajo del agua,
Y al ver como
la observo se escurre y se vuelve una con las olas,
El viento que
se arremolina como zumbido de alas de hadas,
Guardan en
secreto el nombre sagrado de la tierra,
Y por más que
intente escuchar solo escucho un chirrido
Mezclado con
las chispas de la fogata,
De ese fuego
que se estira y se contrae como una salamandra inquieta,
Presa del
circulo de rocas,
Como gnomos
pequeños pero obstinados,
Fieles y
prestos a proteger el pasto verde,
Cierro los
ojos, abro la mente,
Ato mi torso
con mis brazos, dejo libre mi alma,
Que ella flote
en el añil del cielo,
Que se vuelva
viento y silbe en las grietas de las montañas,
Que se haga un
eco y resuene en la matriz de la tierra,
Estoy aquí,
buscando mi camino,
Estoy aquí,
reconociéndome más de la tierra que de mi mismo,
Estoy aquí,
dejándome llevar por el paso del tiempo,
Por la
desesperanza del dolor que me ataca viciosamente,
Estoy aquí,
porque quiero ser libre,
Recibe la
ofrenda rojiza de mis venas,
Recibe a este
viajero en tu seno santo,
Y acógelo en
la posada del sueño eterno,
Permíteme
quedarme aquí contigo,
Quieto, muy
quieto.
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