La
ciudad fluorescente se inclina ante el crepúsculo,
La
obesidad del pensamiento,
Contrae
la alegría a su mínima expresión,
Tus
manos se fueron negándome afecto,
Sé,
me estoy poniendo sentimental,
Más
que eso, me estoy poniendo imbécil,
Mezclando
rimas con ácido gástrico regurgitado con ahínco,
Luego
ensayo sonrisas ante el espejo quebrado,
De
tantos golpes con mi mano,
El
mundo me vera sonreír como cada mañana,
Y
estas paredes me verán gritar,
Excavando
el parquet,
Para
tratar de disimular lo sonoro de mi dolor…
Todos
me verán sonreír,
Menos
esta cama, está afilada frialdad que se cuela por las ventanas,
Te
fuiste, con una mirada de desprecio tan aguda,
Que
podría considerarse intento de homicidio…
Me
estoy poniendo sentimental,
Peregrinando
mis dulces recuerdos,
Con
la devoción misma con que se reza el Rosario…
Hasta
el punto de alucinarte,
Y
palparte sobre mi piel desnuda,
Voy
a masturbarme en tu nombre una vez más,
Luego
lloraré otro poco,
Pues
al igual que mi juventud, tú tampoco regresarás,
Aun
cuando tu nombre inunde mi mente,
Y
mis uñas lo hayan escrito sobre la pared.
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