Mi alma ondula como el
agua del océano,
Debajo de un muelle
mohoso,
Allí se encuentra,
Yendo y viniendo,
Bamboleándose
quejumbrosa,
Entre la genialidad del
ocaso,
Y la estupidez de la
arena,
Golpeándose una y otra
vez con los soportes del muelle,
Cambiando de forma,
Rompiéndose, reestructurándose…
Siendo agresiva, siendo
agredida,
Allí yace mi alma,
estancada y poniéndose fría
Mientras cae la noche,
Y el sol se desprende
como una yema de huevo de la clara que es el cielo,
No hay fruto,
Y tal parece que no
hay ni siquiera cariño,
Ella refleja lo vacío
que me siento,
Lo quebrado que estoy
por dentro…
Lo que no ves, pero
existe,
Lo que me gustaría despellejar
lentamente,
Regocijándome con cada
chillido, con cada lágrima,
Con la simple certeza
de que luego,
Nada de lo que me haga
el mundo,
Y sobretodo nada de lo
que me tú puedas hacerme,
Volverá a lastimarme…
Allí yace mi alma como
agua debajo de un envejecido muelle,
Indecisa entre la
libertad del mar y la muerte que vaga en la arena,
Allí me dejaste a mí,
Lejos de tus besos,
lejos de tu piel de verano,
Y aquí, aún hoy, te
espero.
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