Y sangraré antes de
repetir el himno gris que era tu nombre,
Cortaré el flujo de
aire de mis pulmones
Y acallaré mi voz
sombría,
Hoy dejaré de
invocarte como un dulce salmo,
Hoy me entrego a la
tristeza,
Hoy le rezo al
silencio,
Hoy suplico por paz,
por quietud, por la misma muerte,
Ya no queda nada en
mi,
Estos pies están
cansados,
Estas piernas alguna
vez dulces hoy se agrian en la espera
De alguien que ha
partido y que no regresará,
Hoy me entrego al tiempo
para que me corroa lentamente,
A los espíritus de la
noche para que me laman con delirio,
Hoy me entrego a las
voces en mi cabeza,
Para que ellas llenen
los cuencos vacíos que dejaste en mí,
Hoy me entrego al
olvido.
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