Y viniste a derramar
bendiciones efímeras sobre mi piel,
Y al partir te
llevaste todo,
Mi alma se colgó de
tus pantalones,
Ahora tengo más
alcohol que sangre en las venas,
Mis rimas dejaron de
ser eróticas y ahora son masoquistas,
Latigueando con fuerza
a mis palabras,
Todo es amargura,
Te extraño,
Te necesito más que al
aire que me dio la vida,
Quisiera probarte una
vez más,
Saltar en tus brazos,
Descomponerme como la
luz sobre tu pecho,
Quisiera probarte una
vez más,
Pero tu cuerpo yace
frío,
Al otro lado del
arcoíris yace rígido,
Acariciando la tierra
desde sus entrañas,
Y yo aquí, tocándome
indebidamente,
Frotándome todo con tu
ropa,
Hasta que la piel se
irrita como la paciencia de un niño,
Tú yaces allá en el
olvido,
Con pensamientos
pulidos como tu lápida,
Y yo aquí soñando que
tus manos se cuelan por debajo de las sabanas,
Quizás es sólo el
infierno el que me acaricia maliciosamente,
Como para que lo
reciba con los brazos y las piernas abiertas,
Como si fuese el novio
perdido,
Y aun cuando fuese así,
no me importaría,
Me siento tan solo
Que cualquier caricia
es bienvenida,
Voy a dormir, y a
disfrutar de lo que esta noche me deparé,
La mano del señor del
caos, siempre será bienvenida.
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