Escuchen mis versos, escuchen
estos suspiros,
Oh dioses de los vientos,
Eleven estas plegarias a los
santos,
Y dejen que los confines del
mundo,
Se llenen de amor, de esa paz que
nunca perdí aun en el dolor extremo,
Dejen que la tierra recoja mis
sueños,
Y los haga florecer como
mastuerzo naranja,
Brillante bajo los rayos del sol
siempre tan obstinado,
Dejad que la anciana, la madre y
la doncella,
Me acompañen en esta noche de luciérnagas
embriagadas de polen de amapolas,
Que mi voz se vuelva un acorde
delicado e intenso en la brisa fría del océano,
Que mis bendiciones lleguen a
todos los que amo,
Hallelujah, hallelujah…hallelujah…sí,
que por un instante eterno,
Sean benditos todos los que amo,
Que me sientan a su lado cuando
me piensen,
Que me vean sonreírles cuando de mí
se despidan…
Hasta luego…los veré pronto…vivan
bien,
Amen, rían, canten, bailen…sean
generosos,
Al otro lado del puente los
esperaré…
Con mi sonrisa sincera, con mis
brazos abiertos,
Con esta locura inofensiva que
siempre me describió,
Con esas ganas de verlos felices…aun
en mi ausencia,
Adiós…adiós,
Los amo, perdóneme por no poder
seguir adelante,
Estaba muy cansado, muy adolorido…
Estaba harto de ser prisionero de
un cuerpo entumecido,
De una mente que nunca dejaba de
hablar,
Adiós…los volveré a ver…algún día
los veré, lo juro,
Sólo sean felices, tan felices
como me hicieron a mí cada día.
(Algún día encontrarán una nota así cerca a mi cuerpo frío pero con una sonrisa)
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