La piel está limpia,
El alma no tanto,
El cielo esta taciturno,
Y mis emociones se deslizan como
por un tobogán sinuoso,
Entonces me doy cuenta que estoy
triste,
Y que por más que me quede
quieto,
Mirando como las estrellas
destellan como luciérnagas en celo,
Aún sigo desesperanzado,
Entonces miro mis pies,
Y por un segundo quisiera tener
la energía de dar un paso más,
De dejarme caer cual fruto maduro
desprendido sin disimulo,
Del árbol que lo nutrió sin
escatimar esfuerzos en su cuidado,
Miro mis pies y están quietos
como la misma vida,
Y si tan solo pudiese dar un paso
hacia delante,
Y precipitarme al suelo con la
misma despreocupación con que subí al tejado,
Fantaseo con golpear el asfalto
como se golpea un pecho,
Pidiendo perdón aún a sabiendas
de que eso es imposible…
La noche esta tibia y limpia,
No hay nubes en el firmamento,
Fenómeno extraño en el cielo
Limeño,
La piel toda se siente fresca y
hasta dulce,
El alma no tanto, a decir verdad
se siente maloliente,
Hedionda, despreciada tantas
veces que he perdido la cuenta,
Miro mis manos y estas tiemblan
disimuladamente,
Aletean en sentido contrario y se
aferran a mis brazos,
Parece que esta serpa la única
muestra de afecto antes de la caída,
Cierro mis ojos, los aprieto como
algunas veces apreté mis piernas,
Y me dejo ir en el aire,
Sintiéndome liviano y pesado al
mismo tiempo,
Sintiendo que por primera vez soy
libre,
Que ya no tengo que estar triste,
Que el último capitulo en esta
historia de psicosis y distimia,
Será rojo y dulce, como una
sandía jugosa reventándose en el concreto,
Cierro mis ojos, y por fin puedo
verlo todo claro,
Debí haber dado este paso hace
mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario