Las telas recién teñidas ondean
gloriosas en el viento,
Los pétalos de flores hecho
polvo, se deslizan en el firmamento,
Se van raudos como estas escuetas
rimas,
Y yo aquí sigo sentado en las
piedras,
Cerca del riachuelo cristalino,
Mirando mí reflejo deformarse con
la corriente,
Estoy triste como los acordes de
un contrabajo,
Estoy sin ganas de nada como un
violín sin arco,
Que espera empolvándose a que sus
cuerdas se rompan como mis esperanzas,
Estoy aquí sentado procurando
guardar silencio,
Procurando conectarme con ese
agudo llamado del yo,
Esa voz incandescente de visceral
energía…
Estoy aquí escuchando como las
pequeñas gotas de agua salpican sobre mi piel,
Tocando una melodía reconfortante
como un xilofón bajo la lluvia,
Aquí en este pedacito del
mundo…al que tiempo ha encerrado en el olvido,
Estoy sentado, respirando lento
Procurando no agotar el aroma de
azafrán y cúrcuma sobre los molinos de piedra,
Estoy aquí sentado, con los ojos
cerrados
Pero con el corazón abierto como
un templo acogedor y bien ordenado,
Esperando que las voces callen y
pueda por fin hablar yo,
Esperando que este asilo me
devuelva la paz que te llevaste contigo,
Esperando que mi alma sane, que
pueda volver a sonreír aun estando adolorido,
Esperando que tu nombre se
incruste en mi ADN mitocondrial y viva conmigo,
Por siempre,
Aun cuando no pueda verte más,
Aun cuando no pueda besarte más,
Aun cuando la tierra haya
reclamado la propiedad de tu piel tibia,
Y me haya dejado aquí sólo,
triste y destrozado,
Como espejo en la habitación de
un paciente con dismorfofobia,
Aquí estoy sentado,
Alejado de fármacos y objetos
afilados,
Esperando poder volver a respirar
con holgura,
Esperando volver a caminar con
entusiasmo como una guitarra en un tango,
Esperando…simplemente esperando,
Sin saber si espero por ti,
sabiendo que no volverás,
O si espero por mí, sabiendo que
en algún lugar de mi mente yace perdido,
Sin muchas ganas de ser
encontrado…maldito síndrome de Estocolmo.
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