Piedra sobre piedra he de
equilibrar,
Susurro y suspiro he de tejer
como un telar,
He de estar sereno esta noche,
Silbando suavemente como viento
en primavera,
En este círculo de serbal y roble
donde todo está quieto,
Mientras el rocío se desliza
sobre las hojas,
Golpeando el césped al caer de lo
alto,
Como tambor de las sabias
encapuchadas….
Las extraño,
Quisiera poder abrazarlas,
Sentir el calor de sus abrazos,
Sus voces diciendo mi nombre…
Quisiera que este fuego me diese
el consuelo que necesito,
Pero mis ojos puritanos no tienen
permitido verlas,
Así que rezo, así que susurro sus
nombres:
Dominga, Graciela, Trinidad y
Benita…
Susurro sus nombres y a veces los
digo en voz alta,
Esperando que el polen que se
desliza en el aire de la noche,
Llegue al otro lado del puente,
Donde los senderos siempre tienen
flores,
Donde los riachuelos se deslizan
pacientes,
Donde los jardines son perpetuos,
Donde han de estar conversando y
riendo,
Las extraño, y aunque no las vea,
las siento cerca,
Las extraño y entonces cocino,
Las extraño y entonces canto,
Las extraño y entonces sollozo un
poco,
Las extraño…y mucho…pero sé que
pronto nos veremos,
Y por eso guardo mis abrazos para
dárselos todos,
Las extraño y espero que cuando
me vean de nuevo,
Me abracen con tanta fuerza que
el tiempo pierda su cordura,
Y podamos cocinar juntos,
Reír y conversar como lo hacíamos…
Las extraño y mucho.
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