Te extraño

La calle está baldía, misteriosamente silenciosa,
como aterrada, tratando de suprimir su respiración,
por si su verdugo trasparente aún deambula en las esquinas,
salgo y el temor se aferra a mis zapatos,
la puerta se cierra quejumbrosa detrás de mi,
me estremezco,
respiro como tratando de constatar que aún estoy vivo, que estoy aquí…
meneo la cabeza negando el miedo que se cuela por entre mis poros,
la tranquilidad se ve interrumpida,
hay pequeños remolinos que zumban agresivamente muy cerca del suelo,
dios mío, que hacen ellas aquí…
las libélulas han levantado vuelo,
son una batallón de acorazados aerodinámicos, siguiendo a un vigía,
revolotean a lo largo de la calle,
inundan el día como una pesadilla diurna,
todo se oscurece,
están aquí, y las mariposas se esconden en sus viejos capullos,
los pájaros que aun anidan se aferran a sus huevos,
el día ha llegado,
las libélulas están merodeando, los cuerpos entrecortados,
mis pensamientos libertinos,
y una sosa travesía en el caudaloso mar de mi alma,
me recuesto sobre la pared que se esconde detrás de una red de buganvilias,
que se caen descuartizadas por un viento siniestramente frío,
es que el mundo está agonizando, o sólo soy yo que te extraño.

Carajo, cómo puedo extrañarte tanto...

iré a revolcarme con el primer indigente que vea,

quizás su pestilencia borre tu olor de mi mente.