Y se cuela por entre la puerta la
desesperanza,
Ese sueño destartalado de niñez…tan
pulcro, tan inocente…
Bienvenido sea el invierno,
A este lecho vacío,
A estas piernas sosas,
A este pecho inerte…
Bienvenido sea el invierno,
Sin pompa en esta noche de
canticos fúnebres,
De tambores de cuero arrugado,
De panderetas oxidadas,
De un canto que en la noche del
tiempo se volvió un ruego,
Una súplica estúpida,
Un anhelo vano,
Él no volverá,
Y aunque el tiempo haga girar el
sol y las estaciones
Se sucedan otra como soldados en
campaña,
Él no volverá,
Allí a la sombra de un sauce
quejumbroso,
Estará inerte cual crisálida
embalsamada,
Esperando a que la muerte me
visite,
Y por fin volvamos a estar
juntos,
Como el alma en el violín, como
el “tsume” y el koto…
Y mi voz amargada como una
metralleta oxidada,
Pueda volver a ser fuerte y clara,
Como las vocales en un: te amo…
Espera un poco más…pronto nos
volveremos a tomar de las manos,
Pronto nuestras miradas se
cruzaran de nuevo,
Y enroscadas como hélice de ADN,
nos quedaremos.
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