Aquellos días de primaveras de
enero a diciembre,
Divagan como mi cordura hoy en
día,
Se han ido, se perdieron, se escurrieron
de mis pensamientos,
Como una acuarela muy líquida,
Aquellos días en que florecía con
cada noche de lluvia,
En que caminaba sin pisar las
rayas de la acera,
Parecen tan lejanos,
Tan enclenques que me da miedo
mirarlos,
Aun así los veo de reojo y
sonrío,
Aquellos días en que el opio no
era parte de mi sangre,
Quedaron en el olvido,
Plasmados en estas fotos viejas
en el desván,
Que solo el tiempo ha sabido
acurrucar con su amarillo tacto,
Parece que no hubiese una razón,
Simplemente paso…
Parece que los porque nunca los
entenderé,
O quizás nunca me atreva a
cuestionarlos…
Simplemente me hice viejo,
Simplemente me opaqué como las
hojas de los árboles,
Me deje llevar por el mundo,
Como en un barco de prisioneros,
Y tú, mi alma sonriente, me
despediste con un pañuelo,
Flameando a lo lejos,
Deseándome buena suerte,
Y aun adolorido y a veces deprimido,
Sé que fue así…
Conocí el dolor de amar y luego
sane y amé aún más,
Conocí el peso de las décadas
sobre mis huesos,
Conocí el dolor de decir adiós a
los que ame,
Carne de mi carne, sangre de mi
sangre,
Y aun rasgado por dentro, a veces
cuarteado, seguí adelante…
Conocí lo adictivo que puede ser
la vida,
Cuando uno aún conserva esos
sueños de niño de cabello alborotado,
Conocí la dicha que solo el abrazo
de mis sobrinos pueden darme,
Conocí mis debilidades, el dolor
remanente de mis carencias pasadas,
Me conocí a mí mismo,
Y vi que era dichoso,
Quizás mire hacia atrás siempre,
pero no con nostalgia,
Sino para recordar de dónde vengo,
Por quién lucho,
Y lograr ponerme de pie aun
cuando mi cuerpo me pida lo contrario,
Y caminaré, y caminaré…
Y aunque caiga y retroceda,
Y aun cuando todo arda y todo
duela…
Yo seguiré…
Pues hay alguien que coge mi mano
y me acompaña,
Tal vez, mire hacia atrás
frecuentemente,
Pero luego miro hacia delante…
Y logró decirme a mí mismo: un
día a la vez, sólo uno a la vez.
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