Bajo el enclenque velo de aire,
Allí nos encontrábamos hasta que la luz nos golpeó los ojos,
Nacimos en hogares diferentes como el otoño y la primavera,
Pero el destino que siempre se enreda como cordón umbilical nos unió,
Y en estos caminos inciertos nos encontramos,
Tus acertijos, mis rimas,
Tus manías, mis locuras,
Tus afectos efusivos, los míos asolapados,
Y desde ese entonces no nos hemos separado,
Y es que nos gusta caminar el uno al lado del otro,
Dejando que la cordura que se nos escurre a ambos,
Se mezcle y logre ser siquiera entendible para el mundo,
Donde la sobriedad es la norma,
Donde la normalidad es la norma,
Nuestra locura invoca las miradas,
Nuestras frases quebradas y atontadas de opioides levantan cejas,
Nuestra amistad inspira…
Si, un día nos encontramos como en ese lapso diminuto de tiempo,
Cuando se une el día y la noche,
Cuando la verdad se funde con la confianza,
Y desde entonces completas mis frases,
Desde entonces lees mis miradas todas,
Y desde entonces podemos ser traslucidos como el aire que flota en el
mundo,
Podemos ser nosotros mismos,
Sin caretas, sin retenciones, sin secretos,
Con benzodiacepinas carcomiendo nuestros pensamientos,
Adormeciendo nuestras palabras,
Relajando los labios para florecer en sonrisas inmensas,
Sí, un día nos reconocimos miembros de una nube de almas que viaja
juntos
Entre las estrellas, entre las galaxias, entre las dimensiones,
Entre esta y otras vidas…
Un día nos encontramos, mascullando nuestros pensamientos,
Dijimos hola, sonreímos…
Y ese día te reconocí como mi mejor amiga,
Y ese día te reconocí como mi hermana,
La que no emano del mismo cáliz materno,
Pero la que el destino así declaró.