Más allá de donde llega la mirada,
Donde yacen los muertos apilados,
Se levanta el sol con sus rayos retorcidos,
Con su calor relamido,
Que crepita sobre la hierba verde,
Y sobre el lomo de moscas
Que forman nubes ruidosas sobre la carne hedienda,
Pronto el fuego ha de crujir,
Las cenizas volarán libres como versos,
Como esos sueños novicios que albergue en mis años mozos,
Y ahora son solo alucinaciones nerviosas,
Rezagos de fobias decrepitas,
Que se reúsan a desvanecerse en el olvido,
Más allá de las colinas de muertos, tiesos y podridos,
Se levanta el sol con sus rayos tímidos,
Efigies somnolientas,
De esporas coloridas que ruedan hasta mi ventana,
Y se esparcen por la terraza y la sala,
Con esa tozuda intención de una ingle emocionada…
Más allá de las pilas de muertos,
Hay un sol que siempre se levanta,
Como hito de esperanza para los que aún quedamos vivos,
Y para aquellos óvulos fecundados,
Que en el útero de sus madres asustadas,
Sueñan con conocer el mundo más allá de la cérvix dilatada,
Y poder amasar las ruinas de este mundo
Y edificar un nuevo mundo,
Uno más piadoso,
Uno menos podrido…
Más allá de las pilas de muertos, algunos resecos y otros aún tibios,
Se levanta el sol cada mañana,
Y cuando este caos termine, ojalá aprendamos a apreciar la bendición de
cada día.
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