El mundo late, vibrante como las venas en mi cuerpo,
Con esa fuerza que me recuerda al deseo caliente en tus dedos,
Ese que se perdió en la peste…
El mundo palpita, toda su energía la siento bullir bajo mis pies
desnudos,
Detengo mi paso distraído,
Y puedo sentir ese viento que se quebraba sobre el concreto de los
edificios
Y ahora corre libre, indomable seguro de sí mismo,
Como los espíritus de los caídos,
Ellos se levantan como los brotes de trigo,
Erguidos, sin pudor alguno,
Ahora todo se siente más ligero,
Como si las preocupaciones del mundo se hubiesen calcinado en las piras
funerarias,
Hoy el horizonte es sólo una ventana grande,
Una a la que me asomo sin temor alguno,
Una de la que voy a saltar, perdiéndome en el trayecto para encontrarte
en el pavimento,
Cuando los huesos se hayan quebrado y la sangre sea una flor amorfa en
el pavimento,
Podré verte de nuevo,
Podré caminar en el éter acolchado del limbo,
Entrelazando mis dedos con los tuyos,
Como hiedra reclamando las baldosas rotas de las casas abandonadas,
Así volveré a reclamarte sólo mío…
Estaremos juntos como siempre lo soñamos;
Cuando el pavimento colapse contra mi sonrisa serena,
Volveremos a estar juntos como lo prometimos.
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