Yace rugoso y silente el tronco
hueco del olmo,
Pero nadie lo usa como refugio,
mucho menos de madriguera,
El césped achatado a su alrededor
reconoce mis pisadas
Y vibra suavemente con cada uno
de mis pasos…
Y en su interior de cuenco vacío,
Sólo hay agua de lluvia siempre
cristalina,
Siempre lisa,
“Taispeáin cad ba
mhaith le mo chroí a fheiceáil”,
“Taispeáin cad ba
mhaith le mo chroí a fheiceáil”,
Debo recitar, mientras mi mano
derecha dibuja un círculo en el aire,
Entonces el agua serena ondula
lentamente,
Y luego burbujea como hirviendo,
Sólo debo mirar con detenimiento,
Sólo debo procurar guardar mi
aliento,
Susurrar su nombre y el espejo de
agua me lo mostrará,
Y acecharé sus pasos como un lobo
trasparente,
Y me meteré en sus sueños como
mosca etéreas por sus oídos,
Y podré ver, oír, oler y saborear
sus pensamientos,
Escudriñare su alma como la
tierra de una parcela en tiempo de siembra,
Y mi nombre será semillas en sus
pensamientos,
Y los brotes echarán raíces tan
profundas en su ser todo,
Y hasta en sueños, mi nombre será
lo único que proclamen sus labios,
Será mío, como es el tiempo,
Será mío, como es mi propio
destino…
Luego será él quien me busqué y
yo aquí viendo su reflejo en este espejo,
Y estaré esperándolo con la
frescura del viento entre mis piernas,
Con la tibieza de la primavera en
mis manos,
Con la bondad de la tierra toda
en mis caderas…
“Taispeáin cad ba
mhaith le mo chroí a fheiceáil”,
“Taispeáin cad ba
mhaith le mo chroí a fheiceáil”,
Muéstrame a quién invoco en tu
limpio reflejo,
Muéstrame a quién anhelo en tu
sereno reflejo,
Pues mi boca se impacienta,
Y mi cama se enfría.
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