domingo, 11 de agosto de 2019

La Bruja de Endor


Expulsada de la tierra prometida,
Huiste a las afueras de la ciudadela,
Con tu escoba en los hombros y tu caldero sobre el mango,
Arrastrando tus pertenecías,
Con el corazón herido pero sin derramar lágrima alguna,
La hija de Hécate nunca sería vista con el rostro surcado por el llanto,
Agazapada bajo el manto terso de la noche,
Y con la luna guiando tus pasos,
Llegaste a tu nueva morada,
Con barro y paja construiste tu casucha,
Y a un par de homúnculos que te entretuviesen en invierno,
Araste la tierra hasta hacerla productiva,
A diferencia de tu vientre tan mezquino,
Y pusiste nuevamente tu caldero sobre las brasas,
Sahumaste tu nueva morada,
Hilaste el viento para que capturase a las almas en pena que vagan en el desierto,
Cual telas de araña, invisibles e infalibles,
Y cuando la cena de la tercera luna llena estuvo servida sobre tu modesta mesa de madera,
La puerta resonó, alguien golpeteaba con desesperación,
Podía olerse su miedo en el sudor que le escurría la frente,
Su rostro estaba cubierto,
Pero sabías quién era,
Después de todo lo habías visto en un sueño,
Despojase de su capucha, allí frente a ti estaba quien había ordenado el destierro,
El Rey Saúl había venido a ti, suplicando ayuda,
Con el corazón acelerado como los tambores filisteos,
Con la voz entrecortada como las olas del mar muerto,
Allí yacía el Rey Saúl, el soberano abandonando la fe en su dios,
Suplicando que los dones con los que nací y los que él aborreció
Le dieran la oportunidad de hablar alguien que también tuvo el poder de la clarividencia,
Pero que en ausencia de una vagina, fue considerado profeta,
Pobre Rey, pobre humano, pobre hombre encorvado por el peso de sus miedos,
Enjuto y visualizando su tumba,
Allí yacía el Rey Saúl, implorando mi asistencia,
En esa hora mágica, en ese instante donde sólo nosotras podemos solucionar las cosas,
Allí yace el Rey, vestido de mendigo, queriendo engañar a la hija de las sombras,
Entonces le mostré lo había venido a buscar con tanta ansía,
Con mis susurros el velo que separa el mundo de los muertos se rasgó,
Y allí apareció Samuel, sólo para confirmar su muerte en tres días,
Su trono sería arrebatado y sus enemigos avanzarían sin inconveniente alguno,
Y reí sutilmente, pues así como él había dado muerte a mis hermanas,
Y olvido al culto añejo a mis hermanos,
Así él sería olvidado,
Sufre miserable Rey,
Sufre pobre Rey…
La tierra reclamará tus huesos y tu sangre,
Y muchos años después también reclamará mi compañía,
Para moldearme nuevamente entre las raíces más profundas del subsuelo,
Y volver a nacer, joven como la primavera,
Pura como el agua de la cascada,
Pronto le devolveré a la madre tierra este cuerpo cansado,
Y en ella me transformaré como mariposa,
Yo regresaré una y otra vez,
Y tú…tú serás sólo polvo y ceniza,
Está noche te ayudaré en tu cruzada y te irás de mi casa,
Sin siquiera saber mi nombre...Lilit!!!

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