Expulsada de la tierra prometida,
Huiste a las afueras de la
ciudadela,
Con tu escoba en los hombros y tu
caldero sobre el mango,
Arrastrando tus pertenecías,
Con el corazón herido pero sin
derramar lágrima alguna,
La hija de Hécate nunca sería
vista con el rostro surcado por el llanto,
Agazapada bajo el manto terso de
la noche,
Y con la luna guiando tus pasos,
Llegaste a tu nueva morada,
Con barro y paja construiste tu
casucha,
Y a un par de homúnculos que te
entretuviesen en invierno,
Araste la tierra hasta hacerla
productiva,
A diferencia de tu vientre tan
mezquino,
Y pusiste nuevamente tu caldero
sobre las brasas,
Sahumaste tu nueva morada,
Hilaste el viento para que
capturase a las almas en pena que vagan en el desierto,
Cual telas de araña, invisibles e
infalibles,
Y cuando la cena de la tercera
luna llena estuvo servida sobre tu modesta mesa de madera,
La puerta resonó, alguien
golpeteaba con desesperación,
Podía olerse su miedo en el sudor
que le escurría la frente,
Su rostro estaba cubierto,
Pero sabías quién era,
Después de todo lo habías visto
en un sueño,
Despojase de su capucha, allí
frente a ti estaba quien había ordenado el destierro,
El Rey Saúl había venido a ti,
suplicando ayuda,
Con el corazón acelerado como los
tambores filisteos,
Con la voz entrecortada como las
olas del mar muerto,
Allí yacía el Rey Saúl, el
soberano abandonando la fe en su dios,
Suplicando que los dones con los
que nací y los que él aborreció
Le dieran la oportunidad de
hablar alguien que también tuvo el poder de la clarividencia,
Pero que en ausencia de una
vagina, fue considerado profeta,
Pobre Rey, pobre humano, pobre
hombre encorvado por el peso de sus miedos,
Enjuto y visualizando su tumba,
Allí yacía el Rey Saúl,
implorando mi asistencia,
En esa hora mágica, en ese
instante donde sólo nosotras podemos solucionar las cosas,
Allí yace el Rey, vestido de
mendigo, queriendo engañar a la hija de las sombras,
Entonces le mostré lo había
venido a buscar con tanta ansía,
Con mis susurros el velo que
separa el mundo de los muertos se rasgó,
Y allí apareció Samuel, sólo para
confirmar su muerte en tres días,
Su trono sería arrebatado y sus
enemigos avanzarían sin inconveniente alguno,
Y reí sutilmente, pues así como él
había dado muerte a mis hermanas,
Y olvido al culto añejo a mis
hermanos,
Así él sería olvidado,
Sufre miserable Rey,
Sufre pobre Rey…
La tierra reclamará tus huesos y
tu sangre,
Y muchos años después también reclamará
mi compañía,
Para moldearme nuevamente entre
las raíces más profundas del subsuelo,
Y volver a nacer, joven como la
primavera,
Pura como el agua de la cascada,
Pronto le devolveré a la madre
tierra este cuerpo cansado,
Y en ella me transformaré como
mariposa,
Yo regresaré una y otra vez,
Y tú…tú serás sólo polvo y
ceniza,
Está noche te ayudaré en tu
cruzada y te irás de mi casa,
Sin siquiera saber mi nombre...Lilit!!!
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