Te he sentido entrar en mis
tierras,
Con tus pasos sigilosos como los
del lobo,
Con la cadencia de un águila en
vuelo,
Te he visto acariciar los árboles
sintiendo su pulso,
Y te he oído murmurar a la
tierra,
Bendiciéndola y dándole gracias
por el fruto de su vientre,
Te he visto bañarte en el río,
Con el agua cayendo
cadenciosamente sobre tu piel
Desnuda y blanca como el mismo
invierno,
Y vestirte con pieles de oso,
De un negro majestuoso como la
noche de los muertos,
Sin luna, sin estrellas,
Te he visto fumar invocar a los
ancestros en una fogata,
Y fumar cerca de ella,
Dibujando los nombres de los
antiguos espíritus del bosque con el humo,
Te he visto cazar con un arco
certero,
Con una honda poderosa,
Te he visto agradecer el
sacrificio de la presa,
Y luego comer lentamente con
reverencia santísima,
Te he visto recogiendo flores y
raíces,
Te he visto pintarrajeando tu
piel con carbón y arcilla roja,
Y luego acostarte en un círculo
de piedras,
Protegido por los dioses ferales,
Te he visto desprenderte de tu
carne y volar entre las nubes,
Buscando quien sabe qué o a
quién,
Te he visto acercándote a mi
cabaña,
Sigiloso, escondiéndote entre los
arbustos,
Te he visto por mi ventana,
Observándome con la misma
meticulosidad con que yo lo he hecho,
Dibujándome con detalle,
Te he visto y he procurado que no
notes que te observaba,
Que quisiera saber tu nombre,
Qué quisiera saber de dónde
viniste,
Y si esos labios tan serenos que
adornan tu boca tienen dueño o dueña,
Y si te animarías a besar los
míos,
Que estás secos como las
coníferas de la montaña,
Quisiera saber si descansarías de
tu viaje al fuego de mi chimenea,
Y si esos ojos brillantes como
cuentas de aventurina me miran con el deseo
Que repta por mis manos y mis
piernas,
Quisiera saber quién ha quebrado
los latidos de tu corazón,
Y si dejarías que mis manos de
curandera diestra,
Lo reparasen con la ternura que
bulle en mi sangre como lava,
Quisiera que dejarás de espiar
desde los matorrales
Y te dieses cuenta que la puerta
está abierta,
Como mi curiosidad innata,
Como mis ganas de complacerte,
Oh hijo de los dioses,
Oh hacedor de tormentas,
Oh tejedor de sueños,
Si tan sólo supiese tu nombre.
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