Erguido yacías resistiendo el
viento,
Aleteando tus ramas con cierto
ritmo melódico,
Tuve que permanecer en silencio,
Para poder oír tus murmullos,
Camine descalzo para no mancillar
tu terreno con mis zapatos sucios,
Y mientras los silbidos de la
noche daban resonancia a tus latidos,
Llegue a los pies de tus raíces,
Oh gran Tejo,
¿Quién te ha lastimado?
¿Quién ha osado rasgar tu corteza
rugosa?
Esa coraza por donde los lamentos
de los muertos se escurren y purifican a su paso,
Déjame abrazarte, déjame unirme a
tus pesares,
Deja que mis manos laboriosas
tomen un trozo de tu cuerpo,
Y lo lleve conmigo,
Con la ternura con que se lleva a
un recién nacido,
Con la suavidad con que se
transporta el fruto del amor verdadero,
Déjame conservar esa parte de tu
ser magnífico,
Y sobre su cara interna pintar el
alfabeto,
Permíteme encontrar el consuelo
perdido,
Permíteme hacer una tabla
espiritual de tu carne leñosa,
Y prometo que encontraré a quien
te ha lastimado,
Y castigaré su afrenta como si
hubiese sido sobre mi propio cuerpo,
Déjame conservar un fragmento
negruzco de tu ser tan puro,
Para invocar a quién me ya no
puede hablar por sí mismo,
Y yo vengaré a quién te ha
apuñalado,
Mi mano, mi mente, mi voluntad
serán tuyas en esta cruzada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario