Todo el mundo era caos,
Todo estaba de cabeza…
El mar había confundido su camino,
Y en lugar de albergar ríos,
Fluía a ellos para morir tranquilo,
La noche comenzaba con el canto del gallo,
El sol se zambulló en el este,
Danzando con animas descaradas que alababan el invierno,
Las hojas secas trepaban de nuevo a las ramas,
Y aferrándose a las hojas nuevas,
Se hacían de una segunda vida,
Todo el mundo era caos,
El viento se arremolinaba,
Succionaba el oxígeno y todo moría a su paso,
Se secaba como mis versos,
Como mis esperanzas aguerridas,
Y todo el mundo se sumía en la negrura del desprecio,
Todo estaba dañado,
Todo lo que tocaba se moría,
La libertad se había quedado dormida y en silencio,
Dios había huido de un cielo,
Negro por las plegarias que se calcinan antes de alcanzar
sus oídos,
Mohoso por tantas lágrimas retenidas entre las nubes,
Yo estaba roto, yo estaba maldito,
Aun así te acercaste a mí, me miraste con dulzura,
Sostuviste mi mano temblorosa,
Y secaste mis lágrimas con tus dedos,
Tus labios me devolvieron la vida que pensé había tirado
por la orilla de mi cama,
Te acurrucaste muy cerca de mí,
Y sin dejar de mirarme, de verme, de observarme dijiste
mi nombre,
Y este resonó como una explosión en un bosque dormido,
El tiempo se detuvo y echo marcha nuevamente,
Entonces todo se reinició, todo volvía a estar en curso,
Como un barco en un mar de olas sigilosas,
Como semilla plantada en suelo generoso…
Y desde entonces soy tuyo,
Como el credo es a los dioses,
Como la fe es a los hombres,
Como la vida es a la tierra toda…
Y entonces te bese,
Y entonces encontré el hogar anhelado,
Y allí anidé,
Allí me nutrí y me volví fuerte,
Allí renací, allí supe lo hermoso que puede ser la vida,
Y decidí sembrar mis rimas…
Y juntos cosechamos poemas,
Los dos…aquí y ahora,
Los dos…aquí y siempre aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario