Deberíamos sentarnos muy juntos,
Dejar que nuestros hombros le den sostén al otro,
Que nuestros cabellos se enreden todos,
Como el polen arrancado por el viento,
Como los sueños cuando se levanta el velo de los reinos,
Deberíamos quedarnos muy juntos,
En un silencio cómplice, como el de los árboles,
Como el del césped crecido,
Y movernos disimuladamente como plumas tiernas,
Dejando que nuestras manos se reúnan como la luna y el firmamento,
Que nuestros dedos se cuenten los porqués, los dóndes y los cuándos,
Quizás deberíamos sentarnos muy juntos,
Dejar que el calor que escapa de nuestros cuerpos,
Se amalgame como la letra y la melodía de una canción hermosa,
Aquí, en este jardín que se mece de lado a lado,
En esta historia que hemos escrito juntos,
En este cuento al que le hemos tejido un cuerpo
Con la grácil bondad de nuestros cuerpos volviéndose uno…
Quedémonos en silencio esta noche tibia,
Deja que la luna pálida se embriague con nuestras lágrimas…
Quedémonos en silencio, velando un día oscuro y lastimero,
Que mañana la vida volverá a sonreírnos,
Mañana de esta pena solo quedará un cadáver seco,
Arrojado con desprecio sobre la tierra húmeda,
Mañana el sol volverá a resplandecer sobre nuestras cabezas,
Y sus rayos se colaran como fibras etéreas entre nuestros cabellos,
Mañana toda esta pena no será más nada que un recuerdo,
Ligero como el humo del incienso…
Quedémonos en silencio,
Juntitos los dos,
No digamos nada,
Cerremos los ojos, y dejemos que las horas se esfumen rápido…
Quedémonos en silencio,
Todo estará bien…lo prometo
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