La nada se columpia en el
firmamento,
Mi ser parece tan lúgubre,
Pero no es así,
Si cierro mis ojos,
Si escucho esa melodía
Suave y pausada
Ese suave arrullo de mis latidos,
Me doy cuenta que dentro de mi
hay una suave lluvia,
Una que cae siempre y galopa
sobre las hojas caídas de mis penas,
Hacinadas en el fondo de mis
recuerdos,
Mi ser parece tan lúgubre,
Pero no es así,
Hay luciérnagas danzando,
Y si miro a la derecha,
izquierda, arriba o abajo,
Ellas estás revoloteando,
Si las tomo entre mis manos,
Se vuelven un fuego pequeño y de
un zumbido agradable,
Hay música en mi centro más íntimo,
Esta esa calma obstinada que
precede a un amanecer hermoso,
Puedo parecer triste y
desmoronado,
Pero no es así,
Quizás esté un poco adolorido,
Quizás la piel me arda con la
caricia del viento,
Pero por dentro sigo siendo ese
silbido alegre
Que solo se escucha cuando la
tierra está húmeda y todo florece,
Quizás mis ojos se hayan vuelto
vertientes caudalosas
Que llegan al mar de la nostalgia,
Dónde se añora la fuerza de
antaño,
Las caminatas liberadoras bajo la
luna pálida,
La agilidad de mis rimas,
Si, extraño algunas cosas,
Pero aún sigo siendo yo mismo,
Aún sigo siendo pétalo de lirio
que mustio y marchito cae meneándose,
Cae riéndose,
Cae sabiendo que vivió
plenamente,
Puede que parezca que he
envejecido
Que anhelo la paz eterna del
olvido,
El abrazo eterno y vigoroso de la
muerte…
Pero no es así,
Sigo siendo aquel que vive
mirando de frente,
Cantando desentonado en la ducha,
Caminando sin pisar las lías de
la acera,
Mirando como penden de un hilo
los capullos de mariposas
Enclenques y aún así renuentes a
caerse y ser aplastados
Aún sigo siendo yo,
Un poco más embebido en opio,
Un poco más torpe y hasta lento,
Pero sigo vivo y sonriendo.
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