He bailado tango con la soledad y la miseria,
Con la desesperación y hasta con la urgencia suicida,
He danzado en la tempestad del abandono,
Y pensé que esa sería la nación que me acogiese,
Pensé que mis huesos se harían polvo en esa tierra,
En ese páramo seco y maltrecho,
Dónde los insultos se habían tornado tan familiares como
mi nombre,
Y dónde las maldiciones caían sobre mi frente como
lluvia,
Pensé que moriría abrazándome a mí mismo,
Tejiendo mis versos más lúgubres como hilos burdos
Y haría una cobija para no sentirme tan frío en las
fauces del destino,
En la invaginación escabrosa que es la fosa común de
cementerio clandestino,
Pensé que con el tiempo mi sangre se volvería arena,
Mis lágrimas se volverían ácido úrico destilado y puro,
Pensé que me quedaría solo…
Que el amor no estaba permitido para seres como yo,
Pensé que lo que otros vociferaban era cierto,
Que era sucio, que era lascivo, que era un desperdicio,
Pensé que mi piel nunca podría jactarse de ser engreída,
De ser acariciada, de ser besada,
Pues había buscado el amor en oscuros y lúgubres cuartos,
Pero solo eran sombras que se esfumaban cuando el sol
regresaba,
Pensé que la resignación debería de ser mi credo,
Y llegué a aceptar el estar solo,
Llegué a aceptar el secarme como una planta sin sol, sin
agua,
Con raíces podridas enterradas en una mezcla de tierra
vieja y orina,
Pensé que ellos tenían razón cuando me decían cosas feas,
Cuando me insultaban,
Cuando me miraban con asco, como si fuese excremento
moldeado,
Pero luego llegaste tú
Y toda la mierda se disolvió,
Aprendí que mis manos rudas pueden ser delicada y tibias,
Que mis piernas no solo sirven para huir raudamente,
Que mis labios pueden pronunciar salmos de alabanza,
Que mis ojos pueden sonreír con disimulo y revelar tanto
al mismo tiempo,
Y llegaste tú y aprendí que los sueños se cumplen,
Que los inviernos no son tan malos si tienes con quien
cobijarte,
Que no soy tan malo como creía,
Que soy más atractivo de lo que suponía,
Al menos a tus ojos,
Al menos a tus manos traviesas como mariposas,
Al menos a tus labios laboriosos como hormigas,
Y llegaste tú y descubrí que la primavera existía,
Que no tenía que estar solo,
Que si dejaba de llorar vería la luz del día,
Que si levantaba la frente con orgullo vería la luna
Hermosa y plateada,
Y llegaste tú y me sentí hermoso,
Me sentí suficientemente limpio como para ser acariciado,
Y en tus brazos me quedé,
Ahora soy fuerte como el roble,
Alegre como los mirtos en un día soleado,
Ahora soy quién soñé ser…
Un ser humano…libre, feliz, pleno y amado…
Y llegaste tú y te quedaste a mi lado,
Gracias por eso,
Bendito seas…
Alabado seas.