No entiendo por qué sigo viviendo.
Jugamos tentativamente con el poder que se nos ha conferido,
Nos reconocemos, nos tocamos, nos gozamos y a veces también amamos,
Somos, estamos…existimos y luego nos extinguimos,
Somos una gota de la nada traída a la vida,
Para luego ser purgada por sus propias culpas y reducida a la nada nuevamente,
He aprendido que a la vida se le debe de observar como un arma suicida,
Y es que el solo hecho de respirar por primera vez,
Es aceptar la condena irrevocable de la muerte,
Y esta llegará, siempre llega, a veces se demora un poco,
Otras veces está al acecho ni bien coronas el canal vaginal…
Crecemos, amamos, nos torturamos a nosotros mismo,
A veces nos multiplicamos,
Otras sólo practicamos incesantes a sabiendas que nunca produciremos vida,
Más allá de nuestro propio ego…
Y para cuando nos damos tiempo de reflexionar sobre nuestro propio destino,
Es tarde, estamos arrugados,
Y con un kilometraje sexual imposible de ocultar,
Tartamudeamos, recordando a Dios, nos aferramos al recuerdo de un amor,
Luego miramos al otros lado de la cama, y este está vacío y frio,
La casa está sola, no hay hijos, no hay nietos.
A veces te das cuenta que estás solo,
Solo frente a un closet lleno de ropa cara, y juguetes para adultos,
Los cuales saltan como víboras, si lo abres,
Y el olor a silicona, cuero y metal recién pulido
Se escapa como los espíritus demoniacos,
De la mismísima caja de Pandora,
A veces te quedas entumecido,
Enmudecido aun cuando sea por unos segundos
Y es que reconocerse mortal siempre es intimidante,
Sobre todo si eres un flamante paria social.
Pero ella - la muerte - nos persigue,
Nos acecha como un Hada renacentista con aires de Drag,
Y escribe nuestros guiones con tragedias para su propio goce,
Nuestras lágrimas son como un orgasmo clitoridiano para ella,
Y si sobrevivimos a los que amamos,
Impregnamos nuestro rol existencial con un dramatismo lírico…
La muerte nos acecha…
Y a sabiendas de que nos pisa los talones a diario,
Nos divierte la idea de pensar que reproducirse
Nos libera indirectamente de su yugo maldito.
En
estas horas de dubitación…
No
sé si podre seguir viviendo.
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