Y las dos más importantes están al borde la hipotermia,
Rimas llegan polvorientas
Como viajeros retornando a casa,
Con hambre, con urgencia pélvica,
Te deseo,
Y eso lo siente cada fibra laxa y tensa de mi anatomía,
Hace frío,
Llego el puto invierno,
Y me abrazo a mi mismo, esperando a que llegues,
No tardes,
Por favor, no tardes,
Necesito que mi mente siga palpitando,
Con esa emulación eréctil tan de adolescentes,
No hay vergüenza en admitir que te extraño,
A pesar que el día ni siquiera ha acabado,
No hay heroísmo en decir que te amo,
Si, lo digo sin miramientos,
Sé que también me amas,
Así que me mantendré firme y silente como el cielo de Lima,
Y esperaré a que llegues,
Estaré acurrucado al igual que mis palabras,
Sobre el sillón naranja que muchas veces,
Ha sido testigo de batallas épicas
En donde tu piel instauro su reino
Y se convirtió en el centro de mi universo,
Con ese sabor de Utopía tan vago y tan cierto,
Que se aglomera en mis garabateados labios
Y se eleva al cielo en un gemido,
Que arrastra tras de sí mis alabanzas,
Como el tren del cielo,
Y va llevando consigo un te amo, y tu nombre…
Sí tu nombre…César!
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