Y allí has instaurado una nación para los dos.
Mi mente es como una calle transitada,
Como el Jirón de la unión un Domingo por la tarde,
Fantasmas en trozos, y gente casi real discutiendo entre sí,
Luego las voces de mis tantos yo,
Y culpas que he preferido tragar pero no afrontar…
Todo se mezcla con esa radiación psicópata que emana de mi poesía,
Que se filtra como el arrullo inconsciente,
Cuando el ataúd se cierra
Y uno dice adiós a quien ha amado y ahora descansa inerte,
Todo es un laberinto que cambia de forma como una prisión inquebrantable,
En la que la esperanza gruñe adolorida,
Como el chirriante taladro del dentista,
Aún así, en esa confusión aparente,
Me hago a mí mismo,
Escribiendo la arena de mis recuerdos,
Mi nombre para no olvidarlo,
Y la frase: “Se feliz!”… para mantener en perspectiva lo que anhelo,
Luego serpenteo mis dedos sobre mis brazos y me abrazo con fuerza,
Tratando de darme el suficiente cobijo para poder salir de mi propia alma,
Y poder apreciar todo lo que representas en mi vida,
La luz, la sal y el camino, y sin duda alguna la vida misma..
Dichoso
yo que he sido invitado a tu lecho,
Y allí
has instaurado una nación para los dos.
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