Gris, lanuda y ligera,
La doblo, la estiro, la enrollo alrededor mío,
Me siento solo,
Único habitante en este paisaje gatuno,
Donde la luna brilla,
Los chillidos amatorios de los felinos en celo,
Se confunden entre los llantos de niños perdidos
A los que los duendes han deslizado debajo de sus cunas,
Y han mandado directo al infierno,
Pestañeo debajo de la cobija, sin sueño,
Casi atento, casi curioso,
Pero en silencio,
Levanto la cobija de vez en cuando,
Para intercambiar mis sollozos con aire nocturno,
De ese que ruge, que masculla serenatas,
Esta tienda impróvida de tela raída y estrellada,
Se ha convertido en una nación de uno,
Una nación nómada y adicta a la pornografía,
Una nación blanca-amarillenta
Que piensa que Jesucristo tiene tu rostro sonriente.
Vivo, o al menos eso intento,
Vivo, aunque gasto mi día pensando en el suicidio.
Vivo, así que jódete si ya querías llevarme flores al cementerio,
Vivo, y creo que lo seguiré haciendo otro rato.
Voy a persignarme,
Voy a rezar como me enseño mi abuela,
Voy a dormir un poco,
Mañana será otro puto día y sobreviviré, a que sí!
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