El cielo se ennegrece como
la alma pecadora de un asesino en serie,
Y las nueves se desprenden
en copos blanquecinos,
Van cayendo lento,
serenos como resignados suicidas saltando de un edificio,
Y aquí yo en silencio
y casi sin vida,
Recostado chapoteando
en los charcos de mis rimas,
Viendo como la
tristeza hace ondas en mi mente como una doncella juguetona,
Y procuro no hacer
caso a sus susurros,
Pero ese susurro,
pronto se volverá un grito,
Un desgarrador alarido
de Banshee,
Y me perderé en él,
con resignación plena,
Como una nota musical
en un himno,
Y dejaré que mi mente
Se pudra como manzana
que ha caído al barro dejado por la lluvia,
La tristeza recita mi
nombre con dulzura,
Y cuando no le hago
caso,
Cuando me resisto con
la tenacidad de mis pierna al momento de amarte,
Su voz se desfigura,
se vuelve horrenda,
Un alarido de Banshee…
Y entonces mis nervios
se desintegran como los copos de nieve entre mis dedos,
Entonces recuerdo la
maldad que está acuñada en mi alma,
Entonces recuerdo
todos y cada uno de mis defectos,
Y me siento tan sucio
que no quiero verte,
Me siento tan poca
cosa que no deseo ni siquiera sentir tu mirada dulce
Recorriendo mis
curvas,
Es cuando el grito de
Banshee
Resuena y hace eco en
mis vísceras
Que me siento vacío,
Recuerdo que nunca fui
bueno,
Que nunca lo seré,
Que no merezco irme a
dormir acurrucado en tus brazos,
Que debería de recostarme
en la nieve,
Y dejar que ella me
sepulte,
Que mi piel se ponga
azul como el mar que tanto te gusta,
Y que mi sangre vuelva
a la forma humilde que merece,
Un carbón reseco,
Todo esta blanco allá
afuera,
Y el frío se corona
soberano del mundo,
Todo está blanco allá
afuera,
No como mi alma
mancillada,
No como mi alma
pecadora,
La tristeza me ha
reclamado con voz de comando,
Su grito de Banshee
No puede ser ignorado,
En ella me dejo ir, perdona
las manchas de sangre sobre la alfombra,
Perdóname…adiós.
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