La luz muerta de los
días de verano,
Me parece tan
empalagosa como la miel más pura,
Su sonido seco como
promesa de una catástrofe me emociona,
Y mi pecho suena como
un tambor tribal,
Un replicar intenso
como anunciando una guerra,
Una en la que mis
versos y mis anhelos encendidos como el sol mismo,
Se enfrentan a los
inertes y pesados antojos de mi cuero,
Sí, me emocionan estos
días grises,
Esos días en que tus
lágrimas pasan desapercibidas por la lluvia,
Esos días en que el
rugido del viento camufla el crujir de tus articulaciones,
Esos días en que la
niebla dificulta el que los peatones,
Descifren esa mirada
perdida,
Esa sonrisa más falsa
que las cejas de muchas Drag Queens,
Ese tambalear ligero
de tu cuerpo cuando das un paso,
Ese constante
balbucear en la esquina de la avenida,
Para confirmarte a ti
mismo si vas o vienes del trabajo,
O simplemente recordándote
tu nombre,
Amo estos días grises,
En que lo resbaladizo
de la acera contrarresta lo absurdo de mis pasos,
Amo estos días grises,
En los que el frío
araña mi piel toda, apagando el incendio que en ella se produce,
Como cerilla frotada
con ahínco hasta que la llama es visible,
Amo estos días grises,
En los que me convenzo
a mi mismo que si se puede,
Que puedo disimular un
poco más,
Que todo estará bien
cuando hagan efecto mis pastillas,
Amo estos días grises,
Que me ayudan a
camuflar el peso de mis huesos,
La resequedad de mis
articulaciones,
Lo enmarañado de los
nervios musculo esqueléticos,
Amo estos días grises,
En los que todos andan
preocupados,
Así no notan que a
veces balbuceo,
O que me olvido de las
cosas,
Amo estos días grises.
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