La noche se ha deslizado
en el firmamento con disimulo,
El invierno extiende
su capa blanquecina sobre el bosque,
Pronto todo estará
blanco y brillante como sus dientes,
Contrastando con lo lúgubre
del cielo,
Pronto los animales se
acurrucaran en sus cuevas y madrigueras,
Y allí permanecerán
quietos,
Rezando entre gruñidos
delicados,
Tratando de hacer
invisible su existencia en este mundo,
Al menos hasta que el
Este de a luz al sol,
Como un huevo amarillo
claro,
Cuya clara es espesa y
difusa como las nubes serenas,
Y así masticando muy
despacito su cena,
Rumeando algunas
hojas,
Desollando a su presa
y lamiendo su sangre con cierta premura,
Así el olor no logrará
alertarla de su presencia,
Y cuando las ramas de
los troncos crujan al romperse como hojas secas,
Y su caldero deje
trazos sinuoso sobre la nieve fresca,
Todos permanecerán inertes
casi como las mismas piedras,
Pues saben que cuando
desciende de su caldero,
Y camina arrastrando
su pata huesuda es porque busca una presa,
Una cuya carne sacie
su hambre, cuya sangre le quite la sed y cuya piel le sirva de abrigo,
Todos saben que estos
son los dominios de la bruja vampiro,
La otrora guardiana
del bosque, la curandera, la doncella divina,
Ahora vieja y con
colmillos de acero, siempre está hambrienta,
Siempre está paseando
sobre su casucha con patas de gallina,
Escuetas y ágiles, y
donde se posa en lugar de huevos deja rosas sanguinolentas,
Salpicadas de rocío
cuando la noche recoja sus enaguas,
Y ella vuelva a su
cama tibia y harapienta,
Así que quédate en
casa,
Prende los leños de
acebo y avellano y que su humo delgado se arremoline en la casa,
Quédate en casa,
Cierra la puerta y pon
sal y tiza en cada una de las ventanas,
La noche más larga del
invierno ha llegado,
Abraza a quién duerme
a tu lado,
Que tus palabras de
amor se vuelvan un salmo sacro,
Y que tus caricias
apresuren la mañana,
Baba Yaga, ha
reclamado estos dominios,
Así que mejor quédate
en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario