Saltan en mi mente mis rimas más virulentas,
En esta vertiginosa sensación en que los tiempos se confunden,
Y mi alma salta en el tiempo al pasado inmediato,
A esa tierra ajetreada de aire caustico,
A esas aceras empolvadas
Con personas distraídas como hormigas sin su reina,
Donde las monedas de los casinos resonaban tanto que todo ensordecían al
vecindario,
Ahora el silencio mastica la vida mundana,
Y las ventanas atascadas con miedo y con desesperanza,
Son la fachada de esta ciudad que se cae a pedazos,
¿Dónde está el ánimo de estas piernas?
¿Dónde quedó el espíritu de estas caderas?
Ya no queda nada,
Solo una carne empolvándose en el sofá,
Una melancolía haciéndose más mullida sobre la cama,
La puerta sigue sin llave pero tenemos miedo de abrirla,
Tenemos miedo,
Y este se siente como un cuajo en las articulaciones que se vuelven
rígidas,
Nuestras casas minimalistas,
Son como unas cuevas modernas,
Quizás aquí perezcamos cocinando algo sabroso,
Quizás aquí perezcamos viendo un programa sensacionalista,
Quizás sólo nos apaguemos como las velas perfumadas que todos aman…
Yo quiero acurrucarme cerca del jardín aun verde y fresco,
Y secarme como cuero encurtido,
Y que la tierra reclame los nutrientes que me regalo,
Que haga florecer mis huesos pesados,
Quiero secarme viendo como las suculentas dan flores,
Con calma como el viento que acaricia la terraza,
Con esa tranquilidad que hace eco en las olas…
Mis rimas más apocalípticas se columpian en mi mente,
Ahogada por este aire estancado en esta casa que se siente pequeña,
Ya no aguanto,
Necesito un abrazo,
Necesito un beso,
Necesito una caricia descarada,
Necesito verte,
Necesito sentirte,
Necesito un poquito de tu amor a veces mezquino.