Cual sueño premonitorio,
Veo las calles vacías,
Las personas parcas como navegando al más allá,
Los cielos tan grises como mis pensamientos,
Los llantos de niños ahogados por las manos rudas de sus madres,
Las sirenas de los patrulleros distorsionando el ruido de las balas,
Así cual sueño apocalíptico,
Veo las calles hechas añicos,
Italia encendiendo velas por sus muertos,
España silbando una marcha fúnebre,
Y el mundo esperando que la lluvia sea tan ácida para que limpie las
aceras,
Que todo se desintegre afuera de las casas,
Donde la gente tiembla,
Donde las rodillas tiritan de miedo,
Donde los ancianos se persignan y se despiden sin un beso, sin un
abrazo,
Esto parece un sueño,
Uno donde a pesar del humo de las piras funerarias,
Podemos ver a lo lejos las lenguas de fuego,
Las cenizas en escamas volando hacia un cielo que también ha cerrado
sus fronteras,
Y cuyas vayas son arañadas con súplicas y rezos insulsos,
Cual sueño después de una película macabra,
Así veo el mundo,
Consumiendo sus recursos lentamente,
Dilapidando sus pocas y aventureras sonrisas alrededor de la mesa,
Esperando que el virus se contenga,
Yendo a dormir con una esperanza más enclenque con los segundos,
Quizás esta sea la última noche,
Quizás mañana la muerte por fin nos encuentre debajo de nuestras
cobijas,
Quizás nos mosqueemos hasta desintegrarnos sobre nuestras sábanas,
Lisas y descolorida por tanto cloro,
Quizás es nuestro tiempo de dejar este mundo que tanto hemos lastimado,
Al que hemos succionado como garrapatas avariciosas,
Quizás esta noche sea la última,
Así que abrázame,
Y si el cielo silva hasta que se ensordezca el viento,
Sabré que todo acabará,
Sólo el fuego más arrasador limpiará la tierra,
Una pira funeraria del tamaño de un continente,
Quizás esa sea la ofrenda requerida,
Quizás, quizás,
Así que abrázame.
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