Las han reemplazado las luces inertes de la ciudad siempre agitada,
Las aguas serenas del pantano se han ido,
Las han reemplazado con inertes y negruzcas pistas,
Todo ha cambiado,
Hasta el aire se siente
distinto,
Ralo, alienado y hasta nefasto…
¿Qué han hecho mis piernas para merecer este exilio?
¿Qué han hecho mis manos para merecer esta soledad lacerante?
¿Qué han hecho mis caderas para merecer tu desprecio?
¿No ves que me siento frío como el mismo invierno?
¿No ves que me siento moribundo como la arboleda en plena sequía?
¿No ves acaso cuanto te extraño?
Como anhelo tus labios,
Como me desespero por tu aroma como si fuese vital…oxígeno,
Como me marchito como las violetas sin la sombra generosa del sauce…
Como me invaden los músculos esas inquietudes suicidas,
Que se clavan hasta la médula como arpones oxidados,
Sí, te necesito,
¿A dónde te has ido?
¿A dónde has llevado a descansar tus piernas?
¿A dónde has llevado a pastar tus manos inquietas y hambrientas?
¿A dónde has llevado tu voz profunda como el jaspe de tus ojos?
Si te fallé, dímelo,
Si no logre alabar tu ser con mi piel toda como lo deseabas, dímelo,
Si ya no me amas, dímelo,
No me dejes aquí rogándote,
No me dejes aquí humillándome,
No me dejes aquí, muriendo lentamente…
Esperanzado en que volverás,
No me dejes aquí, procurando que mi lecho siga tibio,
No me dejes aquí, guardándome solo para ti…
Si ya no me amas, dímelo
Así podré decidir si sigo caminando, o si me quedo quieto como capullo,
Y me dejo secar como una uva vieja,
Después de todo, sin ti, no vale la pena seguir viviendo;
Si ya no me amas, dímelo,
Que muero lentamente, esperando a que vuelvas,
Aquí, conmigo,
Aquí, en mí.
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