Infantiles tretas,
A eso se han reducido tus embustes,
A pretender que no te oigo susurrar su nombre,
A hacer caso omiso a los impulsos viscerales,
A decirle adiós a estas dos décadas juntos…
Pero aún me asombra tu sonrisa bien dibujada,
Esa que esconde tus herrumbrosas mentiras,
Y más me asombra la manera en que te beso,
Deseando que todo esto pase,
Que mis piernas enroscándose entre las tuyas sean tan fuertes como raíces,
Que mis brazos que reptan por tu cuerpo marcando mi territorio,
Logre erigir la nación que creí que era solo nuestra…
Cierro mis ojos y te veo sólo a ti,
Cierro mis ojos y deseo que seas sólo para mí,
Pero tus pensamientos vagos caen en mi piel desnuda como dardos
ponzoñosos,
Y termino temblando en tus brazos que me sujetan por inercia,
Como se aferra uno a una tonta poesía…
Te miro dándome la espalda,
Acurrucado como asqueado,
Pero no dices nada,
Di su nombre para que mi corazón deje de latir de una vez por todas,
Di su nombre para que mi saliva se atasque en mi garganta y deje de
respirar ya mismo,
Di su nombre para que mis piernas se retuerzan y me levante de la cama,
Di su nombre para vestirme al compás de mi llanto,
Di su nombre para aventurarme a vivir sin ti a mi lado,
Dilo, sólo dilo, y así sabré que todo ha terminado,
Dejemos de mentirnos,
Tú ocultando a un amante,
Y yo pretendiendo ser el único que goza los dones de tu entrepierna,
Di su nombre, sólo dilo, acaba ya con esto,
Acierta la estocada final, di su nombre y pulveriza mi corazón con tu
aliento,
Di su nombre, di que quieres ser de él de ahora en adelante,
Que lo nuestro es sólo un desperdicio de luz en este mundo tenue,
Di su nombre, con la misma fascinación con que solías gemir el mío.
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